0:00
[AUDIO_EN_BLANCO]
[MÚSICA] Bienvenidos a esta nueva
sesión de nuestro curso de Cómo hablar en público,
de oratoria, en la que vamos a abordar la historia de la retórica y de la oratoria.
Como you vimos, la oratoria, a pesar de que tiene un nombre que algunas personas
pudieran parecer corresponde al pasado, es una ciencia de una tremenda actualidad.
Es una ciencia y una disciplina de vanguardia porque nos va a afectar
cotidianamente, va a determinar en gran parte nuestro futuro, y sobre su buena
práctica, vamos a cimentar muchas de nuestras posibilidades de éxito.
Por lo tanto, la oratoria es algo presente, actual, de vanguardia.
Y aquí viene una paradoja muy curiosa, esta ciencia de vanguardia que nos ocupa,
que nos debe preocupar, tuvo, sin embargo, un origen remoto.
Hace más de 2.000 años, casi 2.500 años, en la Antigua Grecia comenzó a teorizarse,
a practicarse, tanto la ciencia de la retórica, como de la oratoria.
A pesar, repito, de esta vanguardia, creo que merece la pena que nos detengamos en
esta sesión brevemente en conocer quiénes fueron las personas que crearon la
disciplina y cuáles fueron sus contenidos fundamentales.
Repito, la oratoria es una ciencia de vanguardia,
pero al mismo tiempo anclada y cimentada en un pasado que debemos conocer.
Y una primera reflexión.
He unido, y voluntariamente, los conceptos retórica y oratoria.
Retórica y oratoria están muy vinculados, aunque no son lo mismo.
you veremos en sesiones posteriores cuáles son sus diferencias fundamentales,
pero quedaros ahora con la idea que retórica y oratoria
están relacionadas aún siendo diferentes.
Sin embargo, y te afectará, la palabra,
el concepto oratorio es hermoso, te suena a hablar bien en público.
Sin embargo, y dedica un segundo a esto, la palabra retórica
probablemente te suene a algo extraño, cuando no, casi despectivo.
En nuestro lenguaje coloquial,
hemos incorporado el concepto de retórica como algo superfluo, vano, vacuo,
como un artefacto de palabras vacías y sin sentido.
Eso es pura retórica, a veces criticamos a los políticos que hablan mucho
o a la persona que promete mucho y después hace poco; o no me vengas con retórica,
cuando alguien viene con mucha palabrería que consideramos vacía.
¿Cómo es posible que una ciencia tan importante como la retórica,
con fundamentos clásicos y vinculada a la oratoria, haya tenido ese devenir?
¿Por qué una ciencia que fue noble, con los siglos ha caído en un uso despectivo?
Eso tiene una explicación muy sencilla.
Retórica y oratoria florecieron en el mundo clásico, en el mundo de los griegos
y de los romanos, pero con las grandes figuras que conoceremos como Demóstenes,
Aristóteles, Cicerón o Quintiliano.
Sin embargo, en la Edad Media, las universidad europeas
que continuaron con esta disciplina, you no miraron el futuro hacia adelante,
sino lo miraron con retrovisor, hacia atrás, y simplemente se limitaron
a repetir una y otra vez los conceptos antiguos de retórica.
Claro, así no podía avanzar.
La retórica se fue convirtiendo en un artefacto antiguo,
con expresiones manidas, sin adaptarse a la sociedad en la que le tocaba vivir.
Y, además, la retórica cayó en el pecado fundamental, en el pecado
3:19
más grave que puede caer cualquier persona o cualquier ciencia dirigida a convencer,
a persuadir, a conmover el corazón y a ganar la razón de los demás,
que es que le dio más importancia a la forma que al fondo,
mucha más importancia a la belleza formal que a lo que se quería decir.
Por todo ello, por antigua, porque perdió su último sentido que es convencer,
que es llegar a la gente, pues la retórica fue cayendo en el desuso,
en el descrédito, hasta el punto que casi todavía hoy despectivamente decimos,
no me vengas con retórica.
Afortunadamente, a finales del siglo XX, una escuela, la Universidad de Bruselas,
la llamada Escuela de Bruselas, ha reivindicado de nuevo la retórica,
porque la retórica no tiene por qué ser una ciencia antigua,
ni una ciencia que sea puramente un ornato floral y un adorno, sino que en el fondo
está hablando del alma humana, de cómo nos comunicamos, cómo podemos persuadir.
Y para ello, las nuevas escuelas de retórica han incorporado textos escritos,
los nuevos medios de comunicación,
ha vinculado otras ciencias y hace que estemos, probablemente,
ante un renacer de la retórica y, desde luego, de su hija, la oratoria.
Una vez que hemos explicado brevemente un poquito estos matices
de por qué la retórica cayó en desuso, queremos recuperarla,
y por qué la oratoria ha mantenido su tensión y su pulso,
os quiero contar la vida, porque es muy bonita, muy curiosa, aprendemos de ello,
de alguno de los primeros grandes oradores conocidos de nuestra historia,
que fue el griego Demóstenes, que nació en el año 384 antes de Cristo en Grecia.
Y tuvo una historia muy curiosa.
Sus padres murieron jóvenes, él heredó una fortuna que tuvieron que
administrar unos administradores, lo hicieron mal y lo perdió todo.
Entonces, Demóstenes quiso ir a los tribunales a solicitar
una indemnización o que le devolvieran lo que a él le correspondía.
Cuando llegó ante el tribunal se puso muy nervioso, miedo escénico,
no pronunciaba bien.
En resumen, hizo el ridículo, con lo cual lo condenaron.
Ese día él tuvo una lección que nunca olvidaría, si quieres ser algo en la vida,
si quieres triunfar, tienes que manejar la palabra.
Si no hablas bien, no te van a hacer caso, vas a perder siempre.
Se van a reir de ti,
como le pasó a ese joven Demóstenes que humillado salió del tribunal.
¿Qué hizo?
¿Se deprimió?
¿Se fue a llorar?
¿Dijo que no servía para nada?
No, no, él dice, yo no sé hablar, pero voy a aprender a hacerlo.
Y se fue solo.
Y dice la leyenda, él lo cuenta a veces, que se fue al sótano de su casa,
donde se puso a mejorar su dicción, y para ello se metía piedras en la boca,
para conseguir una mejor pronunciación, una diferenciación de las palabras.
Cuando you se vio que esta primera fase había mejorado, comprendió que la memoria
era un atributo importante, es una herramienta del discurso,
con lo cual se iba a pasear al campo mientras repetía de memoria y memorizaba
largos textos de otros sabios griegos o largos poemas,
de estos poemas éticos tan bonitos del mundo clásico.
Y cuando you tenía memoria, y tenía capacidad de pronunciación, quiso you
trabajar con el tono, la voz, la entonación y el ritmo.
Y para ello, se le ocurrió una idea que es muy bonita, que se iba frente a las olas,
a la playa, para que fuera el ritmo de las olas las que le marcaran la cadencia,
y él elevaba la voz y con el ritmo iba aprendiendo.
Demóstenes volvió a las tribunales y ganó.
6:50
Además, los miembros del jurado se quedaron asombrados cómo
aquel joven tan inexperto, que temblaba, que no pronunciaba la R,
podía haberse convertido en un orador tremendamente eficaz y convincente.
Aquí tenemos que aprender una lección, quizá no todos seamos Demóstenes,
porque no cabe duda que tenía un talento especial,
pero todos podemos aprender a hablar en público.
Demóstenes siempre contó esta historia y decía lo que este curso también quiere
llegar, cualquier persona con voluntad de aprender y con cierta capacidad de
ejercicio y experiencia puede convertirse en un orador más que razonable,
y desde luego conseguir que la palabra le sirva para alcanzar sus objetivos.
7:32
Tras Grecia, fue Roma la que alzó la antorcha del saber y del conocimiento.
En Roma destacaron dos grandísimos oradores,
que fueron Cicerón y Quintiliano.
Su vida es digna de una biografía,
pero me quedo con algunas de sus ideas más importantes.
Primera, que los discursos hay que prepararlos.
Segunda, que cualquier persona puede, con trabajo y experiencia,
convertirse en un buen orador.
Y tercera, que el orador no solamente debe ser dueño de su discurso,
sino además debe saber gestionar la circunstancia en la que lo pronuncia.
Me quedo con estas tres ideas que utilizaremos después a lo largo del curso.
En todo caso, tras este brillo espectacular de la retórica y la oratoria,
la oratoria, y sobre todo la retórica, cayeron en desuso,
y ahora como decíamos al principio, comienzan a renacer.
¿Y por qué he querido traer estos grandes oradores de la Antigüedad a un curso tan
moderno y avanzado?
Porque en el fondo, la retórica y la oratoria hablan al alma humana,
y esa es inmutable en el tiempo.
En este curso, que vamos a aprender muchas técnicas modernas,
hemos querido traer estos cimientos de la oratoria, no solamente como homenaje a su
obra, sino también para reivindicar esa constante de las pasiones y el alma humana
que tan en cuenta tiene que tener el orador del presente.
[MÚSICA] [AUDIO_EN_BLANCO]